Título original: That lady
Autora: Kate O'Brien
Editorial: Salvat
Colección: Novela histórica
Género: Narrativa
Nacionalidad: Irlanda
Año de publicación: 1946. Leída edición 1994
ISBN: 978-345-9049-2
Precio: 10 €
Leer y/o descargar Esa Dama
273 págs.
Sinopsis:
Ana de Mendoza y de la Cerda, princesa de Éboli y duquesa de Pastrana, contrae matrimonio a los trece años con Ruy Gómez de Silva, secretario de Estado y favorito del rey Felipe II.
Durante años será una esposa fiel y servicial, dedicada al cuidado de sus diez hijos. Pero, una vez viuda, esta intrépida mujer se vinculará apasionadamente a un peculiar personaje, el arrogante y atractivo Antonio Pérez.
Juntos vivirán una relación marcada por el escándalo, y pondrán en peligro el afecto que el monarca más poderoso del planeta siente por Ana.
BIOGRAFÍA DE LA PRINCESA DE ÉBOLI
(El texto que viene a continuación está copiado íntegramente de Wikipedia)
Nombre real: Ana de Mendoza de la Cerda
Nacimiento: 29 de junio de 1540 Cifuentes, Guadalajara
Fallecimiento: 2 de febrero de 1592 (51 años) Palacio Ducal de Pastrana
Entierro: Colegiata de Pastrana
Consorte: Ruy Gómez de Silva
Casa Real: Casa de Mendoza
Padre: Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda
Madre: Catalina de Silva
Ana de Mendoza de la Cerda
Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli, condesa de Mélito y duquesa de Pastrana, (Cifuentes, Guadalajara, 29 de junio de 1540 - Pastrana, 2 de febrero de 1592) fue una aristócrata española.
Primeros años
Doña Ana pertenecía a una de las familias castellanas más poderosas de la época: los Mendoza. Hija única del matrimonio entre don Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, virrey de Aragón, y doña María Catalina de Silva y Toledo, se casó a la edad de doce años (1552) con Ruy Gómez de Silva, por recomendación del príncipe Felipe, futuro Felipe II; su marido era príncipe de Éboli (ciudad ubicada en el Reino de Nápoles) y ministro del rey. Los compromisos de Ruy motivaron su presencia en Inglaterra por lo que los cinco primeros años de matrimonio, apenas estuvieron tres meses los cónyuges juntos.
Fue una de las mujeres de más talento de su época, y aunque perdió un ojo a causa de un entrenamiento de esgrima, se la estimaba como una de las damas más hermosas de la corte española. Entre las teorías que se barajan sobre la pérdida de su ojo derecho, la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia. Pero este dato no es claro, quizá no fuese tuerta sino estrábica, aunque hay pocos datos que mencionen dicho defecto físico. En cualquier caso, su defecto no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, y ejerció una gran influencia en la corte.
Matrimonio e hijos
Durante el periodo de su matrimonio la vida de Ana fue estable y no se le conocen andanzas ni problemas. Tuvieron diez hijos:
• Diego (c.1558-1563), muerto de niño.
• Ana de Silva y Mendoza (1560-1610), mujer de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII duque de Medina-Sidonia.
• Rodrigo de Silva y Mendoza, II duque de Pastrana (1562-1596). Matrimonio: Ana de Portugal y Borja.
• Pedro de Silva y Mendoza (c. 1563), muerto de niño.
• Diego de Silva y Mendoza, marqués de Alenquer (1564-1630). Matrimonios: Luisa de Cárdenas y María Ana Sarmiento Villandrano de Ulloa, condesa de Salinas.
• Ruy de Silva y Mendoza, I marqués de La Eliseda (1565- 1616). Matrimonios: Ana de Aguilar, Jerónima Fernández de Hijar y Antonia Manrique de Lara, XI condesa de Castañeda.
• Fernando de Silva y Mendoza, luego Fray Pedro González de Mendoza, (1570-1639), arzobispo de Zaragoza
• María de Mendoza y María de Silva (c. 1570): gemelas o mellizas, muertas de niñas.
• Ana de Silva y Mendoza (1573-1614), fue la última hija de la pareja y quien acompañó a su madre en los años de encierro.
Conflicto con Teresa de Jesús
Solicitó junto con su marido dos conventos de carmelitas en Pastrana. Entorpeció los trabajos porque quería que se construyesen según sus dictados, provocando así numerosos conflictos con monjas, frailes, y sobre todo con Teresa de Jesús, fundadora de las Carmelitas descalzas. Ruy Gómez de Silva puso paz, pero cuando este murió volvieron los problemas, ya que la princesa quería ser monja y que todas sus criadas también lo fueran. Le fue concedido a regañadientes por Teresa de Jesús y se la ubicó en una celda austera. Pronto se cansó de esta celda y se fue a una casa ubicada en el huerto del convento con sus criadas. Allí tendría armarios para guardar sus lujosos vestidos y sus joyas, además de tener comunicación directa con la calle, pudiendo salir a voluntad. Ante esto, por mandato de Teresa, todas las monjas se fueron del convento y abandonaron Pastrana, dejando sola a Ana. Ésta volvió de nuevo a su palacio de Madrid, no sin antes publicar una biografía tergiversada de Teresa, lo que produjo el alzamiento de escándalo de la Inquisición, que prohibió la obra durante diez años.
Tras la muerte de Ruy Gómez de Silva
Tras la repentina muerte de Ruy Gómez de Silva en 1573, Ana se vio obligada a disponer de su amplio patrimonio y durante el resto de su vida tuvo una existencia problemática. Gracias a su influyente apellido, consiguió una posición desahogada para sus hijos. Su hija mayor Ana casaría con Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII duque de Medina Sidonia; el siguiente, Rodrigo, heredaría el ducado de Pastrana; Diego sería duque de Francavilla, virrey de Portugal y marqués de Allenquer. A su hijo Fernando, ante la posibilidad de llegar a cardenal, le hicieron entrar en religión; pero éste escogió ser franciscano cambiando su nombre a Fray Pedro González de Mendoza (como su tatarabuelo el Gran Cardenal Mendoza) y llegaría a ser arzobispo.
La corte de Felipe II y sus intrigas
Debido a su alta posición, mantenía relaciones cercanas con el primero príncipe y luego rey Felipe II, lo que animó a varios a catalogarla como amante del rey, principalmente durante el matrimonio de éste con la joven Isabel de Valois, de la cual fue amiga. Lo que sí parece seguro es que, una vez viuda (1573) sostuvo relaciones con Antonio Pérez, secretario del rey. Antonio era seis años mayor que ella y no se sabe realmente si lo suyo fue simplemente una cuestión de amor, de política o de búsqueda de un apoyo que le faltaba desde que muriera su marido. Estas relaciones fueron descubiertas por Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria, quien además mantenía contactos con los rebeldes holandeses. Antonio Pérez, temeroso de que revelase el secreto, le denunció ante el rey de graves manejos políticos y Escobedo apareció muerto a estocadas, de lo que la opinión pública acusó a Pérez; pero pasó un año hasta que el rey dispuso su detención. Los motivos de la intriga que llevaron al asesinato de Escobedo y a la caída de la princesa no son claros. Parece probable, junto a la posible revelación de la relación amorosa entre Ana y Antonio Pérez, también la existencia de otros motivos, como una intriga compleja de ambos acerca de la sucesión al trono vacante de Portugal y contra don Juan de Austria en su intento de casarse con María Estuardo.
El encierro
La princesa fue encerrada por Felipe II en 1579, primero en el Torreón de Pinto, luego en la fortaleza de Santorcaz y privada de la tutela de sus hijos y de la administración de sus bienes, para ser trasladada en 1581 a su Palacio Ducal de Pastrana, donde morirá atendida por su hija menor Ana de Silva (llamada Ana como la hija mayor de la Princesa, se haría monja luego) y tres criadas. Es muy conocido en dicho palacio el balcón enrejado que da a la plaza de la Hora, donde se asomaba la princesa melancólica. Tras la fuga de Antonio Pérez a Aragón en 1590, Felipe II mandó poner rejas en puertas y ventanas del Palacio Ducal.
No está tampoco muy claro el porqué de la actitud cruel de Felipe II para con Ana, quien en sus cartas llamaba "primo" al monarca y le pedía en una de ellas "que la protegiese como caballero". Felipe II se referiría a ella como "la hembra". Es curioso que mientras la actitud de Felipe hacia Ana era dura y desproporcionada, siempre protegió y cuidó de los hijos de ésta y su antiguo amigo Ruy. Felipe II nombró un administrador de sus bienes y más adelante llevaría las cuentas su hijo Fray Pedro ante la ausencia de sus hermanos.
Falleció en dicha localidad en 1592. Ana y Ruy están enterrados juntos en la Colegiata de Pastrana.
Durante años será una esposa fiel y servicial, dedicada al cuidado de sus diez hijos. Pero, una vez viuda, esta intrépida mujer se vinculará apasionadamente a un peculiar personaje, el arrogante y atractivo Antonio Pérez.
Juntos vivirán una relación marcada por el escándalo, y pondrán en peligro el afecto que el monarca más poderoso del planeta siente por Ana.
Vivimos en una época en la que a cualquier novelita ambientada en épocas anteriores, aunque apenas aparezca algún personaje histórico, se le llama histórica.
Hago esta observación porque a pesar de que este libro pertenece a una colección que Salvat denominó en su día “Novela histórica” y de que en la obra aparecen personajes reales, la propia Kate O’Brien en el preámbulo nos dice: “Lo que sigue no es una novela histórica. Es una invención sobre la curiosa historia entre Ana de Mendoza y Felipe II de España. Los historiadores no pueden dar una explicación al episodio, y la obra de ficción no pretende hacerlo. Todos los personajes del libro son reales y me he ajustado a las líneas maestras históricas de los acontecimientos en los que intervinieron, pero todo lo que dicen o escriben en mis páginas es inventado, al igual -naturalmente- que sus pensamientos y emociones. Con el fin de mantener la invención como fuente única, me he abstenido de injertar en la ficción ningún fragmento de sus cartas u observaciones.”
Cuando leí La princesa de Éboli de Almudena de Arteaga me quedé con la sensación de que éste personaje histórico daba para más, conocía de la existencia de éste libro de Kate O'Brien, que gozaba de buenas críticas y quería leerlo teniendo relativamente fresco el de Almudena.
Esa dama fue escrito en 1946, el estilo de escritura de aquella época era muy diferente del actual, su lectura es más espesa. El libro no es de los que me enganchan desde el principio, tiene abundantes diálogos, algunos de ellos muy interesantes, aunque tampoco está exento de otros totalmente intrascendentes que provocan que en ocasiones dismunuya el interés o atención por la trama.
Kate O'Brien comienza la historia en 1576 cuando Ana de Mendoza ya está viuda de Ruy Gómez y el rey Felipe II le pide que se traslade a Madrid, una época en la que España aún seguía siendo un Imperio que comenzaba a tener serios problemas económicos.
El tema es interesante, las intrigas, amores, pasiones en uno de los reinados españoles más poderosos a lo laro de nuestra historia, el de Felipe II y algunas de las personas que más influencia tuvieron en él: Ruy Gómez, Antonio Pérez, Ana de Mendoza (Princesa de Éboli).
(El texto que viene a continuación está copiado íntegramente de Wikipedia)
Nombre real: Ana de Mendoza de la Cerda
Nacimiento: 29 de junio de 1540 Cifuentes, Guadalajara
Fallecimiento: 2 de febrero de 1592 (51 años) Palacio Ducal de Pastrana
Entierro: Colegiata de Pastrana
Consorte: Ruy Gómez de Silva
Casa Real: Casa de Mendoza
Padre: Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda
Madre: Catalina de Silva
Ana de Mendoza de la Cerda
Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli, condesa de Mélito y duquesa de Pastrana, (Cifuentes, Guadalajara, 29 de junio de 1540 - Pastrana, 2 de febrero de 1592) fue una aristócrata española.
Primeros años
Doña Ana pertenecía a una de las familias castellanas más poderosas de la época: los Mendoza. Hija única del matrimonio entre don Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, virrey de Aragón, y doña María Catalina de Silva y Toledo, se casó a la edad de doce años (1552) con Ruy Gómez de Silva, por recomendación del príncipe Felipe, futuro Felipe II; su marido era príncipe de Éboli (ciudad ubicada en el Reino de Nápoles) y ministro del rey. Los compromisos de Ruy motivaron su presencia en Inglaterra por lo que los cinco primeros años de matrimonio, apenas estuvieron tres meses los cónyuges juntos.
Fue una de las mujeres de más talento de su época, y aunque perdió un ojo a causa de un entrenamiento de esgrima, se la estimaba como una de las damas más hermosas de la corte española. Entre las teorías que se barajan sobre la pérdida de su ojo derecho, la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia. Pero este dato no es claro, quizá no fuese tuerta sino estrábica, aunque hay pocos datos que mencionen dicho defecto físico. En cualquier caso, su defecto no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, y ejerció una gran influencia en la corte.
Matrimonio e hijos
Durante el periodo de su matrimonio la vida de Ana fue estable y no se le conocen andanzas ni problemas. Tuvieron diez hijos:
• Diego (c.1558-1563), muerto de niño.
• Ana de Silva y Mendoza (1560-1610), mujer de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII duque de Medina-Sidonia.
• Rodrigo de Silva y Mendoza, II duque de Pastrana (1562-1596). Matrimonio: Ana de Portugal y Borja.
• Pedro de Silva y Mendoza (c. 1563), muerto de niño.
• Diego de Silva y Mendoza, marqués de Alenquer (1564-1630). Matrimonios: Luisa de Cárdenas y María Ana Sarmiento Villandrano de Ulloa, condesa de Salinas.
• Ruy de Silva y Mendoza, I marqués de La Eliseda (1565- 1616). Matrimonios: Ana de Aguilar, Jerónima Fernández de Hijar y Antonia Manrique de Lara, XI condesa de Castañeda.
• Fernando de Silva y Mendoza, luego Fray Pedro González de Mendoza, (1570-1639), arzobispo de Zaragoza
• María de Mendoza y María de Silva (c. 1570): gemelas o mellizas, muertas de niñas.
• Ana de Silva y Mendoza (1573-1614), fue la última hija de la pareja y quien acompañó a su madre en los años de encierro.
Conflicto con Teresa de Jesús
Solicitó junto con su marido dos conventos de carmelitas en Pastrana. Entorpeció los trabajos porque quería que se construyesen según sus dictados, provocando así numerosos conflictos con monjas, frailes, y sobre todo con Teresa de Jesús, fundadora de las Carmelitas descalzas. Ruy Gómez de Silva puso paz, pero cuando este murió volvieron los problemas, ya que la princesa quería ser monja y que todas sus criadas también lo fueran. Le fue concedido a regañadientes por Teresa de Jesús y se la ubicó en una celda austera. Pronto se cansó de esta celda y se fue a una casa ubicada en el huerto del convento con sus criadas. Allí tendría armarios para guardar sus lujosos vestidos y sus joyas, además de tener comunicación directa con la calle, pudiendo salir a voluntad. Ante esto, por mandato de Teresa, todas las monjas se fueron del convento y abandonaron Pastrana, dejando sola a Ana. Ésta volvió de nuevo a su palacio de Madrid, no sin antes publicar una biografía tergiversada de Teresa, lo que produjo el alzamiento de escándalo de la Inquisición, que prohibió la obra durante diez años.
Tras la muerte de Ruy Gómez de Silva
Tras la repentina muerte de Ruy Gómez de Silva en 1573, Ana se vio obligada a disponer de su amplio patrimonio y durante el resto de su vida tuvo una existencia problemática. Gracias a su influyente apellido, consiguió una posición desahogada para sus hijos. Su hija mayor Ana casaría con Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII duque de Medina Sidonia; el siguiente, Rodrigo, heredaría el ducado de Pastrana; Diego sería duque de Francavilla, virrey de Portugal y marqués de Allenquer. A su hijo Fernando, ante la posibilidad de llegar a cardenal, le hicieron entrar en religión; pero éste escogió ser franciscano cambiando su nombre a Fray Pedro González de Mendoza (como su tatarabuelo el Gran Cardenal Mendoza) y llegaría a ser arzobispo.
La corte de Felipe II y sus intrigas
Debido a su alta posición, mantenía relaciones cercanas con el primero príncipe y luego rey Felipe II, lo que animó a varios a catalogarla como amante del rey, principalmente durante el matrimonio de éste con la joven Isabel de Valois, de la cual fue amiga. Lo que sí parece seguro es que, una vez viuda (1573) sostuvo relaciones con Antonio Pérez, secretario del rey. Antonio era seis años mayor que ella y no se sabe realmente si lo suyo fue simplemente una cuestión de amor, de política o de búsqueda de un apoyo que le faltaba desde que muriera su marido. Estas relaciones fueron descubiertas por Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria, quien además mantenía contactos con los rebeldes holandeses. Antonio Pérez, temeroso de que revelase el secreto, le denunció ante el rey de graves manejos políticos y Escobedo apareció muerto a estocadas, de lo que la opinión pública acusó a Pérez; pero pasó un año hasta que el rey dispuso su detención. Los motivos de la intriga que llevaron al asesinato de Escobedo y a la caída de la princesa no son claros. Parece probable, junto a la posible revelación de la relación amorosa entre Ana y Antonio Pérez, también la existencia de otros motivos, como una intriga compleja de ambos acerca de la sucesión al trono vacante de Portugal y contra don Juan de Austria en su intento de casarse con María Estuardo.
El encierro
La princesa fue encerrada por Felipe II en 1579, primero en el Torreón de Pinto, luego en la fortaleza de Santorcaz y privada de la tutela de sus hijos y de la administración de sus bienes, para ser trasladada en 1581 a su Palacio Ducal de Pastrana, donde morirá atendida por su hija menor Ana de Silva (llamada Ana como la hija mayor de la Princesa, se haría monja luego) y tres criadas. Es muy conocido en dicho palacio el balcón enrejado que da a la plaza de la Hora, donde se asomaba la princesa melancólica. Tras la fuga de Antonio Pérez a Aragón en 1590, Felipe II mandó poner rejas en puertas y ventanas del Palacio Ducal.
No está tampoco muy claro el porqué de la actitud cruel de Felipe II para con Ana, quien en sus cartas llamaba "primo" al monarca y le pedía en una de ellas "que la protegiese como caballero". Felipe II se referiría a ella como "la hembra". Es curioso que mientras la actitud de Felipe hacia Ana era dura y desproporcionada, siempre protegió y cuidó de los hijos de ésta y su antiguo amigo Ruy. Felipe II nombró un administrador de sus bienes y más adelante llevaría las cuentas su hijo Fray Pedro ante la ausencia de sus hermanos.
Falleció en dicha localidad en 1592. Ana y Ruy están enterrados juntos en la Colegiata de Pastrana.
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