10 mayo 2007

El retrato de Dorian Gray - Oscar Wilde

Título: El retrato de Dorian Gray
Autor: Oscar Wilde
Género: Narrativa, Literatura clásica
Año de publicación: 1891

El retrato de Dorian Gray
fue la única novela de Oscar Wilde, publicada en 1891. La novela es un retrato brillante sobre la vanidad y la depravación, teñido de tristeza.

Dorian Gray es un hombre que busca la inmortalidad, declara que daría su alma para poder ser siempre joven y que en cambio fuera su retrato el que envejeciera.
Dorian halla su placer en el daño que inflige a los demás. Su retrato va consignando el paso del tiempo y la crueldad creciente del protagonista. Mientras el Dorian Gray de carne y hueso no se marchita, el retrato se va deteriorando a cada nuevo horror que él comete.

Puedes descargarte el libro en: http://www.elaleph.com/libros.cfm?item=1095&style=Biblioteca

7 comentarios:

  1. leído la mitad de el retrato de doriam gray, destaca la manera de expresar los sentimientos universales, como el amor o desamor, asi como el fondo de las relaciones sociales.

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  2. Muchas gracias por el comentario. Si no te importa cuando termines de leerlo te pasas por aquí y nos comentas tus impresiones acerca del libro

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  3. Gran libro. Recuerdo que lo leí en el instituto y me encantó. Un libro recomendable, sin lugar a dudas. Oscar Wilde llega a la cumbre con este libro.

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  4. hol. lo tengo pendiente para leer, a ver si voy restando todos los q tengo.

    un saludo

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  5. Nuestro rostro refleja nuestra alma. Dorian lo que quiso fue dejar su rostro intacto para que no reflejara las perversiones de su alma. Pero cuando se enfrenta a sus fantasmas el terror es tal que no puede sino odiarse a sí mismo. No se atreve a ver su retrato porque es ver su propia alma corrompida por la crueldad.
    Un libro precioso y que todo el mundo debería leer en algún momento.
    Un saludo!

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  6. PARAGUAY : LA CONCERTACIÒN OPOSITORA Y SU CENA CON PANTERAS (x Luis Agüero Wagner)
    “Cínico es el hombre que sabe el precio de todo pero el valor de nada” (Oscar Wilde)
    En su inmortal “Balada de la cárcel de Reading”, el escritor irlandés Oscar Wilde había escrito que con diferentes variantes, el hombre inexorablemente mata lo que ama. Wilde lo comprobó en carne propia cuando la misma aristocracia y nobleza victoriana, que había elevado su talento al Parnaso de la gloria artística, arrojó su nombre al abismo de la ignominia condenándolo a prisión, por enredos de su vida libertina con el hijo del honorable Marqués de Queenberry.
    La misma relación de amor y odio que el genial dramaturgo supo describir con irrepetible gracia literaria, evidenciaron esta semana los miembros de la Concertación opositora en el Parlamento, apasionados amantes de la democracia que asestaron al objeto amado una estocada mortal, alimentando al mismo monstruo (la Justicia Electoral) por el cual serán devorados en el 2008. A la vez es al mismo objeto odiado al que le han dedicado incontables adjetivos descalificadores desde la prensa, y al que han llenado de querellas en los tribunales, al que rinden el más lisonjero homenaje con el dinero público, aumentando por enésima vez su presupuesto.
    Si algo podemos quitar en claro es que no debemos tomar muy en serio lo que dicen algunos grandes demócratas, que se llenan la boca condenando dictaduras, pero se elevan y se mantienen en sus puestos por los buenos oficios del informante del Comisario Cantero. Hemos podido comprobar en forma irrebatible que aceptan sin objeción a un represor como árbitro de la democracia en la Justicia Electoral, le aumentan el presupuesto, y todavía pretenden que se les crea cuando se autoproclaman como luchadores y “próceres” de la democracia. Increíblemente, también son los mismos personajes quienes airados reaccionan al sentirse agredidos, cuando desde el Caribe se les acusa de carecer de autoridad moral y política.
    Todos los dictadores y tiranos siempre han buscado arrinconar al individuo, luego someter a escrutinio su individualidad y finalmente con todas las piezas domeñadas controlar al conjunto de la sociedad. Este régimen clientelista, prebendario y aniquilador que nos oprime, ha empezado de la misma manera apoderándose de cada uno de los partidos de nuestro sustrato político, los ha convertido en tributarios y hoy los humilla y denigra obligándolos a alimentarlo a pesar del supuesto odio que existe de por medio. La incoherencia es tanto o más notoria considerando que pretenden separar la labor legislativa de la política, y sobre ésta última no se discute, porque al fin y al cabo al final de la jornada también se puede subastar.
    De sus “cenas con panteras” -como llamaba a sus inmersiones en el mundillo de la prostituciòn homosexual londinense a fines del Siglo XIX- aprendió Oscar Wilde el alto precio de los amores osados en una época marcada por la hipocresía moral, el cinismo político, la prepotencia colonialista y finalmente la más desproporcionada intolerancia imaginable. El dramaturgo demostraba estar conciente de los costos y riegos asumidos cuando decía que bajar a esos mundos subterráneos del Londres victoriano, era como estar siempre expuesto al zarpazo, al chantaje que tales licencias suponían a manera de resaca ineludible. Su percepción devino en vaticinio porque estos viajes demenciales y arriesgados entre dos mundos, el de Oxford y el de los barrios bajos, fueron la causa de una tragedia y humillación que terminó en desamor y odio.
    Aquel hombre enviado a trabajos forzados por un amor prohibido, también comprendió que los medios de dar muerte al objeto amado podían adoptar las formas más inesperadas, desde una mirada amarga hasta una palabra zalamera. Estaba claro, por supuesto, que la madera de la que estaban hechos los hombres determinaba modos diferentes de dar muerte al objeto adorado; de allí que mientras los valientes lo hacían con la espada, al cobarde le bastaba un beso.
    Incapaces de hacerlo a la manera de los valientes, nuestros próceres de la Concertación Opositora han entregado a la Democracia maniatada a sus verdugos, previo beso de Judas Iscariote. Exultantes y desbordados por el propio cinismo político, hoy se sacuden el polvo de la faena y junto a los represores que dicen repudiar, se disponen imperturbables a disfrutar de su última cena con panteras.

    LUIS AGÜERO WAGNER

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  7. Acabamos de leer este libro en el club de lectura y ha habido división de opiniones o ha gustado muchísimo o no ha gustado nada, sin término medio. En mi caso me encuadro dentro del primer grupo, me ha encantado, estoy descubriendo la literatura del XIX y me parece magnífica, muestra a la perfección a la alta sociedad británica de la época, donde se admite que lo ÚNICO que importa es la belleza, tema principal de la novela, el narcisismo, es tal la admiración que Dorian posee por sí mismo, que no desea otra cosa que conservarse tal y como aparecía en ese cuadro, el resto de las cosas carecen de importancia, sin importarle para nada las personas que han pasado por su vida y el daño que les haya podido hacer. El personaje de Lord Henry Wotton es uno de los ácidos de la historia de la literatura.

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